viernes, 30 de noviembre de 2007

La pintura como bálsamo


¡¡¡FELICIDADES!!!
La sala de Exposiciones La Caldereta en la Vega de San Mateo acoge, desde hoy y hasta el 16 de diciembre, parte de la producción de la pintora canaria Elisa Calleja. A sus 88 años, la autora reconoce que con el arte ha recuperado la ilusión. Una ilusión que, gracias a los pinceles, se transforma en arte al son de la música clásica.
Hace seis años que esta gomera de nacimiento decidió retomar su afición por la pintura, animada por sus hijas. Pero ya ha llovido desde que a los 13 años, siendo alumna del colegio de Las Dominicas en Santa Cruz de La Palma, se interesara por el mundo del arte. Una actividad que abandonó cuando su familia se traslada a Madrid, y nada más llegar estalla la Guerra Civil. En 1939, acabada la guerra regresa a Canarias.Ese mismo año se casa, fruto de ese matrimonio tiene seis hijas. Dos de las cuales han sido víctimas del cáncer, mientras que la más pequeña de ellas nace con parálisis cerebral, -reconoce que si está viva es por ella, por su ángel- y hace siete años que perdió a su marido.
Y es aquí cuando entra en juego la pintura una actividad que le ha deparado muchas satisfacciones, le ha dado ilusión y energía para continuar por la senda de la vida, aunque siempre es verdad que todos, quien más quien menos tenemos nuestros problemas.
De martes a jueves se refugia en la tranquilidad que se respira en su casa de Tejeda, es allí donde Elisa Calleja ha creado toda su obra, primero pintando paisajes, bodegones, flora y fauna que le brinda este entorno, para posteriormente crear óleos que recojan los paisajes más emblemáticos de las Islas. «Cada una de ellas tiene su belleza y su encanto por eso quiero representarlas a todas y, si cabe, unirlas un poquito en buena armonía», señaló la artista. Se reconoce una amante del realismo y de lo clásico en todas sus facetas, por ese motivo prefiere el arte figurativo al abstracto, los paisajes de Constable a los de Turner, aunque se siente atraída por algunos autores impresionistas como Renoir del que ha hecho alguna copia.
No repite cuadros porque se aburriría, aunque existe un lienzo de la Caldera de Taburiente al que le tiene especial cariño, y que no le importaría volver a componer ya que se lo entregó a su hermana. «Mientras dios me dé pulso voy a mantener esta afición», afirmó la artista.

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